Le sujet 2008 - Bac L - Espagnol LV2 - Expression |
Avis du professeur :
Le sujet porte sur l'arrivée de la télévision dans les années soixante-dix dans les foyers espagnols. Il invite à découvrir le mélange de fascination et de peur devant cette nouveauté. Le sujet est facile et surtout très intéressant du point de vue sociologique. Il montre très justement la réalité d'une Espagne qui commence à s'en sortir et dont les gens commencent à vouloir posséder des objets d'une société moderne.
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Un invento sin futuro
A
nosotros, los vecinos de enfrente, la mujer de Baltasar nos invitaba de vez en
cuando a su casa a ver la televisión. Estaba en
una sala pequeña, con una ventana que daba a
la calle. Mi hermana y yo nos sentábamos en el
suelo, delante del aparato, hechizados1, pero
los mayores nos decían que nos echáramos hacia
atrás, que el brillo de la pantalla nos haría
5 daño a los ojos, que nos quemaríamos vivos si de
pronto estallaba. Mi padre, siempre
reservado, prefería no unirse a nosotros. Se
quedaba en casa escuchando la radio, o se iba a
acostar muy pronto, porque madrugaba siempre
mucho para ir al mercado. Decía que aquel
invento no tenía ningún porvenir: quién iba a conformarse
con aquella pantalla tan pequeña,
con las imágenes confusas en blanco y negro,
cuando era tan hermosa la lona2 tensa y blanca
10 de los cines de verano, tan vibrantes los colores en ella,
el cielo inmenso de las películas del
Oeste, el color de esmeralda de las aventuras de
piratas, los rojos de las capas y los oros de los
cascos de los centuriones en las películas de
romanos en tecnicolor. Pero mi madre, mi
hermana, mis abuelos y yo, cruzábamos los pocos
pasos que nos separaban de la casa de
Baltasar como si fuéramos a asistir a una fiesta
o a un espectáculo de magia, tomábamos
15 asiento y esperábamos a que el televisor, después de encendido,
"se fuera calentando".
Cuando las imágenes ya se veían bien definidas Baltasar
ordenaba con su voz grave y pastosa,
"apagad la luz".
Veíamos
películas, veíamos concursos, veíamos noticiarios, veíamos anuncios,
veíamos transmisiones de la santa misa, veíamos
partidos de fútbol y corridas de toros,
20 veíamos series de detectives que hablaban siempre con un
extraño acento que era vagamente
sudamericano, pero que para nosotros era, sin más,
la manera de hablar de los personajes de
las películas y de las series. Pero viéramos lo
que viéramos los adultos no se callaban nunca.
Respondían a las buenas tardes de las locutoras y
a las buenas noches al final de los
programas y sólo si salía Franco con su aire de
viejillo desvalido, su traje mal cortado y voz
25 de flauta se quedaban callados, muy serios, como en misa,
como temiendo que si se movían
desconsideradamente o no prestaban la debida
atención o hacían un comentario a destiempo el
Generalísimo los vería desde el otro lado de la
pantalla. Miraban la televisión y se sentían
mirados, hechizados por ella. Y cuando salía una
locutora guapa, de pelo rubio y liso, o una
cantante con la falda muy corta, Baltasar le
decía requiebros soeces3 con su voz grave y
30 pastosa. Su mujer y su sobrina le reñían, pero a él le daba
la risa.
-
Pero Baltasar, qué va a pensar la muchacha de las cosas que dices.
-
Si no me oye, so tonta.
-
Y tú que sabes si nos oye o no nos oye.
-
Cómo va a oírnos, si no está aquí.
35 -
Tampoco estamos nosotros donde está ella y bien que nos mira y nos habla y
oímos
lo que dice.
-
Porque tiene un micrófono. ¿Tenemos nosotros un micrófono?
-
¿Y qué es un micrófono tío?
-
Para qué hablaréis, si no sabéis nada.
40 Nos
quedábamos hasta el final del último programa. De pronto la pantalla se quedaba
en negro, y luego aparecía como un temblor de
copos de nieve o de puntos luminosos que
también nos hechizaba. Nos quedaba una sensación
rara, de fraude o congoja4, como si no
pudiéramos aceptar que el mundo en el que durante
horas habíamos tenido fijados los ojos y
ocupada hipnóticamente la atención ya no tuviera
nada más que ofrecernos.
Antonio Muñoz Molina, El viento de la luna, 2006.
1
Hechizados : ensorcelés.
2 La lona : ici, l'écran de cinéma.
3 Unos requiebros soeces : des
compliments déplacés.
4 La congoja : ici, la tristesse.
1. En unas doce líneas, analiza y comenta las distintas reacciones de la familia ante la televisión.
2. Al día siguiente, el narrador intenta convencer a su padre de que la televisión es un invento extraordinario. Imagina un diálogo de unas quince líneas.
1. La llegada de la televisión en una familia española en la época de
Franco despierta una mezcla de sentimientos
positivos o negativos.
Interés y curiosidad por los programas variados: noticiarios, anuncios, misa, partidos de fútbol, corridas, series españolas e incluso hispanoamericanas.
Sorpresa al descubrir estas últimas por el acento extraño de los actores, la forma moderna de vestir de las locutoras.
Fascinación delante de lo que se convertía en una auténtica fiesta. Los miembros de la familia se sentían literalmente "hechizados".
Desconfianza, sobre todo por parte del padre de la familia, que considera que la televisión no tiene ningún porvenir, por su pantalla, pequeña, en blanco y negro, en comparación con la lona de los cines en los que se ven películas del oeste en color.
Miedo de los mayores por el brillo dañino de la pantalla para los ojos e incluso por una explosión que podría quemar vivos a los telespectadores.
Estos sentimientos hacen resaltar la ingenuidad de los primeros telespectadores, al responder "buenas noches" a los locutores o cuando aparece el general Franco, que les deja como pasmados delante el televisor, como si éste pudiera verlos.
2. Je vous propose le dialogue suivant :
Cuando me levanté, fui a la cocina a desayunar y allí estaba mi padre. Me senté junto a él y empecé a hablar de la serie que había visto la noche anterior.
- Papá, anoche estuvimos viendo una serie de policías. Parecía de verdad. Tenías que haber venido con nosotros.
- Ya sabes que a mí no me gusta.
- Pero, papá, es algo mágico. Es como en el cine...
- ¿Cómo puedes decir eso? En el cine todo es más grande, los personajes se ven mejor y los diálogos también se oyen mejor. La televisión no podrá sustituir al cine.
- Es verdad, pero sólo me gustaría que pasaras una tarde en casa de Baltasar. Todo es muy divertido, Baltasar dice cosas muy divertidas y los abuelos se ríen mucho. Mira, hoy vamos a pasar cuando vengamos del colegio. ¿Quieres venir con nosotros? ¿Por favor?
- Bueno, hoy pasaré, pero si no me gusta no insistas más. Ya sabes que mañana me tengo que levantar pronto para ir al mercado y no me puedo acostar muy tarde...
- Muchas gracias, papá. Me voy al colegio.
- Pero, sobre todo, trabaja bien en el colegio y pórtate bien.
- Adiós papá, adiós mamá.